Hay que renunciar a las premisas nocivas:
la de la presentación del yo en el mundo cotidiano
y la del cortejo.
Don Juan Matus
No es sano ser mercader de uno mismo.
No es lento decirse y descedirse, presentarse.
He mentido.
Mis manos tejiendo hacia donde no.
Mis manos que debían tejer libertad, lejanía.
No ojos. No rayos de sol que cieguen.
La verdad llega sola a su hora.
Lo que importa ahora es hacia dónde.
He perdido tiempo venciendo, convenciendo.
He tenido ojos dentro, oídos, imágenes.
Es urgente renunciar a la presentación del yo.
Es urgente decrecer entre árboles o piedras,
callar la voz, dejar crecer la hierba sin aliento.
Compartimos cuerpos, palabras, huecos.
Los polos se buscan, pero mi cuerpo desnudo se dio la vuelta.
Y fue el fuego entonces, justo antes de la nada.
Ahora suena un silencio,
en la distancia habrá un corazón que recuerde
sombras y playas.
Manos, una voz grave, unos ojos hondos y ciertos.
No llegué a enseñarte el mar.
No entendí que tú ya lo conocías. El tuyo.
Hoy es miércoles,
y no existe otra manera de acercarse a la verdad humana
que el silencio, los pasos, las manos en movimiento.
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