se vierten los ojos como pensamientos oscuros, nada nos detiene ante el corazón guardado, ante las manos llenas de lava fresca, cada flor es una excusa para un tallo, cada risa una diana en el conjunto de las voces antiguas que nos cantan dentro, nos reman las entrañas, nos guían al epicentro de la estrella que pudo ser pero nadó entre nuestras olas y nos parió las noches y los días. se vierten los brazos líquidos de mayo sobre el verano y nadie nos quita las ganas de subir la montaña blanca, seguir al elefante hasta el comienzo, danzar bajo la mirada atenta de los ídolos gastados, fingir un tam-tam o una arena franca o una roca amiga en medio del mar, agarrarse a la soga del aliento dulce y nadar lentamente en una pregunta: te amas?
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