despedida

no es cómo decir adiós, sino cómo enterrar las memorias en cal.
viajo todos los días junto a tu huella. pero nada me hace desearla.
hemos sido blandos juntos, tantas plumas entre nuestros labios.
mi asiento, mi casa, mi red bajo tus manos.
no fueron tus gestos o las noches habladas.
fueron tus palabras acolchadas, breves como ducha fresca en verano.
despedí el invierno de mi pelvis con tu cielo tostado.
no fueron las trenzas o los ojos, los dedos, todo lo que fue intenso,
sino la certeza de una risa, una palabra entregada al futuro.
hoy es primavera y debo recoger pétalos caídos.
por eso te recuerdo. tu voz grave. tus manos.
procedo a guardar entre las hojas de mi libro
cada recuerdo soleado.
sé que me habitaste lejos y cerca, a ratos.
sé que quisiste regresar y era tarde.
sé que no quisiste regresar y era día.
sé que buscaste palabras redondas como mangos.
sé que quisiste ser poeta, y me calaste.
en mis manos huele aún tu sudor fresco.
es temprano, todos los perfumes huelen a ti.
no tengo cómo agradecerte el suelo que fuiste,
no tengo cómo buscar un pecho para guardar tesoros mates,
pedazos de madera, piedras naranjas, zumos pensados.
no tengo cómo agradecerte la puerta del ser junto y separado.
no tengo cómo, no tengo cuándo,
salvo sabiendo que hoy hace buen tiempo
y tú sonríes
en algún lugar,
en algún momento,
en algún tiempo iluminado.